De la Disforia Corporal a la Euforia de Género
El tatuaje es una práctica de modificación corporal tan antigua como nuestras primeras formas de vida social colectiva. Las hermosas e infinitas formas que toma el género y el cuerpo son igualmente milenarias. Y a pesar de que podemos tener una idea de la importancia histórica de los tatuajes en contextos culturales, contraculturales y espirituales, quizás no sea inmediatamente obvio cómo esta antigua práctica de adornar el cuerpo coincide con prácticas expansivas y afirmativas del género. Aunque no sean comúnmente entendidos como formas de afirmación de género dentro de la gama de cuidado médico disponible para individuxs trans y no binarias, los tatuajes nos afirman de un modo distinto al brindarnos agencia material y creativa sobre nuestros cuerpos. En lo que sigue, presento las voces de artistas talentosxs y clientes empoderadxs que han adornado sus cuerpos para así dar testimonio del arte del tatuaje como un proceso que afirma la identidad de género.
Como personas queer, trans y no binarias, nuestra relación con la autonomía corporal es bastante complicada: a un nivel concreto, nuestra piel yace a la merced de la legislación y la política dentro de un sistema médico y social que busca determinar lo que es o no es apropiado. Y en el día a día, solemos ser confrontadxs por otrxs––desde amigxs y amantes hasta gente desconocida con quien interactuamos––quienes imponen sus propias proyecciones sobre nuestra expresión corporal y juzgan cuan “legible” es nuestra expresión de género. El lenguaje, la ley y la expectativa social invaden nuestra piel de manera insidiosa e intentan hacernos pensar que no poseemos autonomía alguna.
Es esta misma piel la que se convierte en un escenario, un campo de batalla, en el cual pugnamos por reclamar nuestra autonomía. A pesar de que el tatuarse es una decisión individual, este acto es también una forma valiosa de resignificación con repercusiones comunitarias: su aspecto ritual nos conecta de manera poderosa con nuestros sentidos y con nuestra piel. Al recibir un tatuaje, entramos en un estado de meditación en el cual debemos respirar con fortaleza y presencia. De manera deliberada decidimos cruzar ese umbral de dolor e incomodidad sabiendo que estamos llevando a cabo nuestra visión. Este proceso nos afirma al conectarnos con nuestra capacidad creativa y al recordarnos de nuestra fortaleza y gracia aún durante experiencias difíciles.
En su aspecto visual, un tatuaje confronta las normas sociales al insistir en dejarse ver. Es de esta forma una modalidad poderosa de comunicación, un lenguaje que utilizamos para exponer aquello que la sociedad se rehúsa a ver. De manera simbólica, los tatuajes también confrontan las proyecciones impuestas por esa misma sociedad. Exigimos ser vistos como vesículas de energía creativa. Esto no es algo insignificante. Es revolucionario.
Cuando le pregunté a mi querida amiga J Cagandahan, una femme no binaria filipinix, sobre este aspecto particular de los tatuajes, ella me ofreció una excelente explicación del hermoso adorno en su espalda, un mazo con eslabones en forma de corazones con filosas púas: “son corazones lindos, suaves y dulces de un primer vistazo. Pero también son filosos, mortales y poderosos.” J también me contó sobre cómo su tatuaje le ayudó a redefinir los términos y fronteras de su forma particular de vivir la feminidad: “Me da orgullo decir que me he convertido en alguien quien honra la exploración y la expansión de lo que significa ser una persona no binaria y ‘high femme’. Usualmente lo asociamos con palabras como ‘suave’, ‘frágil’, y ‘sumisa’. Y puede que esto sea verdad. Pero también quiero crear un espacio para que yo y otras personas también puedan ser fuertes, asertivas, y poderosas. Estas cosas no nos hacen menos femme ni menos fluidas. Me tatué un pequeño recordatorio que simboliza y afirma el poder femme, y mientras mi tatuaje sanaba también iba sanando mi energía.”
Los tatuajes también superan lo simbólico. Representan una experiencia vivida. También tuve el placer de entrevistar a Ace Vicenzio Sibila, un tatuador y miembro del colectivo de Tres Leches Studio en Oakland, un espacio privado cuya prioridad es la comunidad QTBIPOC y en donde he tenido experiencias de tatuaje sumamente afirmativas y eufóricas. Aunque aún no he sido tatuadx por Ace, he tenido el placer de presenciar el cuidado, la atención y la paciencia que le ofrece a cada cliente con quien interactúa. Cuando le pregunté sobre la relación entre los tatuajes y las prácticas de afirmar la identidad de género, Ace de inmediato me confirmó que “tatuar a la gente… especialmente cuando son personas QTBIPOC, puede ser una experiencia eufórica a un nivel tanto corporal como de género.”
Además tuvo la generosidad de compartir conmigo parte de su propio proceso en torno a la identidad de género: “Se que antes de identificarme como una persona trans, me sentía totalmente incómodo en mi propia piel. Cuando comencé a tatuarme, lo hice porque me encantó la manera en que el arte se veía en mi cuerpo y esto me hizo enamorarme de mi cuerpo nuevamente. En vez de ser percibido como hombre o como mujer o cualquier otro género, muchas personas sólo veían mis tatuajes. Para mí, esto fue una grandiosa experiencia, especialmente como una persona trans que sufrió de disforia corporal. Cuando tatúo a mis clientes, especialmente a mis clientes trans, puedo sentir la felicidad que experimentan al decorar sus cuerpos y sentir que recuperan posesión sobre sus cuerpos, un lugar en donde no solían sentirse a gusto. Creo que esta es mi parte favorita de mi trabajo––hacer que la gente se sienta bien sobre si mismxs y sus cuerpos.”
Tres Leches Studio es un espacio seguro para tatuadores y personas queer como ningún otro. Su selección impresionante de artistas residentes y visitantes, cuya gran parte son personas QTBIPOC, demuestra un compromiso con facilitar el ritual transformador que un tatuaje puede llegar a ser. Trabajando junto a Ace y otrxs artistas se encuentra Aurora, unx artistx queer Wayúu /Mapuche. Puedo dar testimonio propio del poder de su práctica compasiva y altamente sensitiva a historiales de trauma. Como puede confirmarlo también cualquier persona que haya tenido la experiencia de tatuarse con ellx, su forma de tatuar es tanto afirmadora como sanadora. Su visión y dedicación para con su práctica me han ayudado a reconectarme con mi cuerpo a través de una serie de tatuajes en mi torso aún en curso. La inspiración para estos tatuajes proviene del imaginario religioso de mi complicada crianza católica. En mi caso, le doy un contexto nuevo a estas imágenes para transformarlas en símbolos de la magia queer. Así mismo, Aurora ayuda a que otrxs clientes afirmen sus intersecciones: no sólo como personas queer o trans, sino también como portadores de herencias negras e indígenas. Aurora sólo tatúa estas imágenes en personas con lazos directos a estas formas artísticas ancestrales.
Como unx de lxs artistas responsable por manejar el estudio, Aurora contribuye a su entorno un un sentido de cuido, respeto y una práctica no-jerárquica de solidaridad y mentoría. Pero cultivar un espacio tan acogedor y seguro como lo es Tres Leches Studio no es una tarea pasiva. Como Ace me recordó, muchos sitios dicen promover la “seguridad”, pero en la práctica no lo hacen: “cuando era femme tuve experiencias pésimas y degradantes en tiendas de tatuajes. También experimenté mucho racismo en estos espacios, al igual que presencié la transfobia. Algunos de estos incidentes ocurrieron en espacios que se autoproclamaban como ‘seguros’”.Tres Leches Studio se enorgullece en practicar un sentido de comunidad activamente: “no somos el tipo de espacio que toma a la ligera al racismo, la homofobia, la misoginia o la transfobia porque no permitimos ese tipo de energía en nuestro estudio. Trabajamos muy duro para mantener este espacio porque todxs hemos experimentado trauma relacionado con ser negrx, o de color, o femme o queer”.
Un tatuaje puede ser un monumento de por vida a nuestras propias historias. Es algo que puede ser a la vez íntimo pero también es una feroz demostración pública de nuestra posesión sobre nuestros cuerpos y nuestra capacidad de determinar nuestra apariencia, una fuente de euforia de género que proclama su poder a quien sea que lo vea. Nuestros cuerpos se transforman en vesículas de comunicación y expresión estética a través de un ritual personalizado entre artista y cliente. Y al otro lado de esta experiencia, celebramos de manera empoderada nuestra expresión de género, que es en sí una imprescindible forma de creatividad y vitalidad en un mundo que suele ser increíblemente hostil ante todo aquello que excede sus restrictivas normas. Como parte de una red holística de prácticas que afirman la identidad de género, los tatuajes nos ofrecen una manera artística de vivir auténticamente desde la resiliencia de nuestra piel.
Una nota para aquellxs interesadxs: Si quieren ser tatuadxs por Ace, Aurora o cualquiera de lxs talentosxs artistas de Tres Leches Studio, pueden encontrar a Ace en Instagram como @thehoodedace, a Aurora como @lacochina, y al estudio como @treslechesstudio.